Comenzó
2015 con acciones decididas a promover aires de guerra frente a la
imposibilidad cierta de un triunfo electoral que permita a las
hegemonías decadentes del mundo volver a controlar como su patio
trasero una América Latina triunfante, que “echó a andar y no se
detendrá hasta su única y definitiva independencia”.
Inherentes a las revoluciones son las conspiraciones: revolución
permanente… conspiración permanente, ese el escenario presente y futuro
en lo inmediato. Llegamos justo al punto de no retorno donde necesario
será asumirnos todos en las tareas que la revolución impone. En
presidente Nicolás Maduro Moros ha sido claro y preciso y debemos no
sólo estar unidos sino accionar unidos frente a las líneas estratégicas
de la contra: corrupción e inseguridad.
La corrupción como arma política, instalada como ya ha sido en los
diferentes niveles de la gestión pública para mostrar un Estado
fracasado con altos índices de ingobernabilidad, no es nada novedoso;
ocurrió en los procesos independentistas del mundo en América Latina,
Asia y África; ocurre hoy en los reacomodos geopolíticos de un mundo
multipolar que se va fortaleciendo a expensas de las hegemonías
seculares del capitalismo internacional bajo el principio: todo tiene su precio.
De igual manera la inseguridad como expresión de un terrorismo
cotidiano, pagado y ejercido desde los inicios mismos de la Revolución
Bolivariana, y exacerbada más recientemente desde el crimen organizado,
busca crear un clima de desconfianza permanente: la gente es agredida
por un celular, una bolsa de mercado o el desconocimiento del derecho al
desacuerdo… y no pasa nada: inseguridad-impunidad, es la matriz de
opinión que se posiciona en los medios. Nuevamente la expresión de
ingobernabilidad de un Estado que no garantiza la seguridad de los
ciudadanos. Resaltan entre estos crímenes los que se ejecutan contra
funcionarios públicos, particularmente policías o guardias nacionales
donde el botín se muestra como su arma de reglamento para seguir
haciendo violencia.
Estas son las caras de la contra, el enemigo es uno solo y sus
aristas son múltiples. Si hiciéramos un balance político sencillo de
cómo se ha buscado impedir que el proceso revolucionario tome fuerza, la
fuerza que ya tiene en América Latina y en otros lugares del mundo,
podríamos medir con más certeza de qué se trata.
Esta revolución seguirá avanzando pese al fracking, a los precios del petróleo y al desabastecimiento inducido
Frente al colapso del modelo político de la Cuarta República la
aparición del Comandante Chávez abrió un espacio nuevo que fue apoyado
incluso por las fuerzas que hoy nos adversan y desde sus inicios se
quiso orientar el proceso como una versión mejorada socialdemócrata, que
fue rechazada por el mismo Comandante, lo cual dio lugar a un claro
deslinde que tuvo como correlato el golpe de abril y el paro petrolero;
solo que nadie contaba con la movilización espontánea del pueblo
mayoritario y parte de la Fuerza Armada Nacional en sus bases: el pueblo
salva al pueblo y comienza la unión cívico militar como hoy la
entendemos.
Luego vinieron el referéndum y el intento de boicot a las elecciones
parlamentarias, pero la revolución avanzó cualitativamente en su
posicionamiento geopolítico con el ALBA y los movimientos que se
sucedieron en otros países de la Patria Grande: ¡la Revolución
Bolivariana no está sola!
Más allá de los deslindes que abiertamente fueron haciendo sectores y
personajes de la vida pública nacional que inicialmente acompañaron el
proceso, fueron quedando los infiltrados posicionados en la ejecutoria
de políticas públicas, los negociantes, los vende patria, saboteando
sistemáticamente en la distracción de los recursos, en la compra de
conciencias particularmente: ¡por la plata baila el perro!
La corrupción institucionalizada como parte de la conspiración ha
sido la mejor arma para combatir los logros de la revolución, que a
pesar de todo sigue avanzando de la mano del pueblo mayoritario,
incluido, beneficiario y comprometido. Se incrementan igualmente los
hechos de violencia cotidiana, los medios se encargan de promover el
parte diario de los actos delictivos, los crímenes, la inseguridad. Pero
el Comandante triunfa pese a su enfermedad, la patria sigue con Nicolás
Maduro encarnando el proyecto revolucionario y fortaleciéndose cada vez
más como el líder nacional e internacional de la Revolución
Bolivariana, muy a pesar de las miopías de una disidencia que cree
saberlo todo y que de tanto saber le hace el juego a la contra.
Así llegamos a este 2015 que marcará la historia de la República
Bolivariana de Venezuela, América Latina y el mundo entero, porque esta
revolución seguirá avanzando pese al fracking, a los precios
del petróleo y al desabastecimiento inducido; así lo sienten los
poderes hegemónicos del mundo y en este escenario nos declaran la
guerra. Por eso, más allá de las coyunturas de la guerra económica
ciertas y palpables, es necesario no perder de vista la otra guerra, la
verdadera, el socavamiento de la revolución con la compra de conciencias
y el accionar de los infiltrados; la violencia cotidiana pagada por los
mercenarios de la contra.
Necesario es atender la convocatoria a la movilización permanente que
hace el presidente Nicolás Maduro Moros, el llamado organizativo del
PSUV y del Gran Polo Patriótico, así como el ejercicio de la contraloría
social desde cualquier instancia y el reconocimiento de nosotros mismos
en el lado de la Revolución, los tiempos de la conspiración así lo
exigen, los tiempos de la Revolución así lo demandan. No hay vuelta
atrás… ¡la patria sigue!
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