Para Hugo Chávez, a manera de exergo, podrían tomarse los versos del chileno Vicente Huidobro:
«…Y ha dejado su corazón ardiendo entre los hombres
Tú eres la imagen de los siglos que vienen
Y esa es la voz del sembrador»
Hugo Rafael Chávez Frías (Sabaneta, 28 de julio de 1954) trazó el
camino de la transformación genuina para su país y todo un continente y
se hace presente en una integración y unión regional que propició y
organizó junto a Fidel, que ya está dando frutos. Esa proyección
política para la Patria Grande de Bolívar, la América Nuestra de José
Martí, resiste los embates y los fuertes vientos de la
contrarrevolución, ya sean provenientes de fuerzas centrípetas o
centrífugas.
Es que el Huguito de Barinas, que un día dijo que sería presidente,
surgió a la luz cuando no pocos pensaban «todo está perdido», e hizo
verbo la estrofa de la canción: «Yo vengo a ofrecer mi corazón», para
una misión que definió en algún momento: «Nuestra tarea no es salvar al
capitalismo, sino destruirlo».
Una tarea harto difícil, en la que encontró seguidores más allá de
los límites venezolanos, porque ese discurso que encierra libertad,
independencia, soberanía y justicia social, ha encontrado eco en otras
tierras bolivarianas, y lo repiten a conciencia algunos de los numerosos
amigos del amigo… Por ejemplo, el presidente indígena Evo Morales, o el
presidente economista Rafael Correa.
Los antecedentes causales para esa visión transformadora, Chávez los
vio desde su condición de militar de nuevo tipo, pensante y actuante a
favor de un pueblo sumido en creciente pobreza y sufrido por la
exclusión social, que estaba obligado a pagar una deuda externa
contraída por quienes implantaron políticas de libre mercado, de
privatizaciones de las riquezas de los países, cuando estas debían ser
para el bien común.
Reconoció que ese pueblo estaba presto al estallido real, a perder el
miedo y a potenciar la lucha. El 4 de febrero de 1992, al frente de un
grupo de militares concientemente rebeldes, se lanzó a un combate
desigual que aparentemente fracasó. Su temple y decisión lo definió con
una frase tras llamar a la retirada para evitar un derramamiento de
sangre inútil: «nuestra acción ha fracasado, por ahora».
Un lapso que demostró su transitoriedad muy rápidamente, porque en
1999 Hugo Chávez Frías regresó victorioso, mediante las urnas, para
encabezar la Revolución Bolivariana desde el mismísimo Palacio de
Miraflores.
No se hicieron esperar las maquinaciones de la reacción nacional y de
la internacional encabezada por Washington. Varios intentos de golpe de
Estado fueron derrotados, incluso después de su muerte han fracasado
las alevosas intenciones de una oligarquía que oportunistamente aupó la
oposición violenta, la guarimba, y no titubearía en provocar hasta la
intervención externa, contra los hijos de Chávez, como se autodenominan
quienes encabezan hoy la Revolución.
Si Venezuela resiste a esa agresión se debe a la voluntad de seguir
el legado que el líder de la Revolución Bolivariana les dejara en un
llamado a la «unidad, lucha, batalla y victoria», que también encuentra
reflejo en organismos e instituciones de identidad latinoamericana y
caribeña, como la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América
(ALBA), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y
en la incorporación a la Unasur y al Mercosur.
La misión titánica que se impuso Chávez para llevarla a cabo junto a
su pueblo, está dictada por una idea crucial, darle continuidad a la
gesta revolucionaria y emancipadora iniciada hace más de 200 años por
los libertadores para solidificar una soberanía acompañada de justicia
social.
El Comandante invicto abrió la posibilidad de consolidar ese proyecto
político que deben asumir Venezuela y toda la América Nuestra en sus
aristas revolucionaria, bolivariana y socialista.
En el caso venezolano, el Comandante-Presidente asumió como
experiencia la necesidad de construir un partido que dirigiera esa
batalla y, primeramente con tareas electorales, se organizó el Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV) que llega ahora a su III Congreso
Extraordinario, con el objetivo de ser también protagonista activo de
este cambio de época para la que tiene que politizar a sus militantes y
al pueblo, formar conciencia; y organizar para defender lo que es suyo,
lo que construye y desarrolla siguiendo el camino de Hugo Chávez Frías.
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