Redacción Internacional, 16 de julio 2014.- María Corina
Machado (Caracas, 1967) se ha convertido en uno de los símbolos de la
resistencia venezolana al régimen chavista capitaneado por Nicolás
Maduro. Quizá por ello, en un país con las libertades y los derechos
cuestionados, esta política que repite la palabra «Constitución» con
firmeza vio como era retirada de su escaño de diputada. Para el gobierno
venezolano, Machado violó dos artículos de la Carta Magna al aceptar
ser «embajadora alterna» de Panamá ante la Organización de Estados
Americanos. Ahora prepara un congreso que aúne a todas las fuerzas
políticas y sociales contrarias alagónico régimen chavista, mientras ve
privada su libertad para abandonar Venezuela.
—¿Hay esperanza de sacar a Leopoldo López de la cárcel?
—Absolutamente
sí. Vamos a liberar a los dos alcaldes presos y a todos los estudiantes
y presos políticos, y lo vamos a hacer con la fuerza ciudadana
organizada que quiere un cambio del régimen en Venezuela.
—Si
ustedes son la solución y no la MUD, ¿por qué se empeñan en seguir
formando parte de ella y no en desvincularse definitivamente de esos
cómplices de la dictadura? ¿por qué creen más en las palabras que en los
hechos?
—Nosotros creemos en una unidad amplia y el país exige
hoy que las nuevas fuerzas democráticas se reinventen para esta nueva
etapa de lucha. Todos somos necesarios, todos.
—Con la
salida del Gobierno de personajes célebres y largamente chavistas que
ahora critícan a Maduro, ¿qué se imagina que será lo próximo que suceda
en sus filas?
—En Venezuela actualmente existe en el
poder una lucha de bandas por el control de los recursos, cada vez más
escasos. Y por perpeturse en el poder. Como hemos visto en estos días,
las luchas internas, las facciones, son cada vez más evidentes. Al
extremo de que medidas económicas que son inaplazables, fruto de la
infinita corrupción de quienes están en el poder, no han podido ser
adoptadas por las disputas entre grupos. Vemos cómo el país sigue
avanzando hacia un despeñadero en todos los planos: económico,
institucional, moral... Paralizado todo por sus propias batallas
internas.
—Nunca se ha pedido el sistema manual de
votación en todas las elecciones en que la oposición ha tenido alguna
oportunidad. ¿Por qué se sigue confiando en el mecanismo electrónico?
—No
confiamos en el sistema electoral, que es perverso. Desde la
composición del registro electoral hasta la ubicación de los centros de
votación, pasando por el sistema de votación, que, desde luego, genera
enormes dudas en los ciudadanos, incluyendo el secreto del voto, ya que
el Venezuela hay máquinas captahuellas digitales conectadas a máquinas
de votación. A pesar de esta automatización, en los procesos electorales
venezolanos hemos pasado horas y días enteros antes de tener resultados
definitivos, lo cual contrasta con un país cercano como Colombia que
minutos después del cierre de las votaciones ya tiene los resultados
nacionales. La esencia de un sistema electoral es su transparencia, para
poder tener elecciones auténticas. De modo que, aunque la tecnología
puede ser muy útil para, por ejemplo, la transición de resultados. En
otras, como la votación, genera grandes dudas.
—Si los
pobres aman más el pan que la libertad, ¿cómo creen que van a hacerle
ver al pueblo que con la dictadura no van a tener ni libertad, ni pan?
—Los
jóvenes venezolanos han demostrado que están dispuestos hasta arriesgar
su propia vida por la libertad de su país. Esa ha sido la gran lección
de la revolución democrática de febrero de 2014. Los jóvenes venezolanos
que no han crecido en democracia tienen sus ideales sin embargo
profundamente arraigados y eso ha sido gracias al ejemplo que han
recibido de padres y abuelos en sus hogares.
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